Estructuración de contenidos
No existe una única forma de estructurar los contenidos de un Objeto de Aprendizaje, sin embargo sí existen unos elementos que podemos considerar para decidir cómo estructurar nuestra información. Una buena referencia serán las cartillas, textos guías o libros escolares. Todos hemos tenido uno alguna vez. Si se observa con detenimiento, es posible identificar cómo agrupan los contenidos, a la vez que los desarrollan.
Estos ejemplos nos pueden ayudar a pensar en posibles estructuras para los contenidos del Objeto de Aprendizaje a elaborar o adaptar. Incluso, identificar estilos de acuerdo a la edad escolar para la que están diseñados, y tonos en la escritura. Sin embargo lo fundamental será pensar en dichos contenidos a la luz del tipo de actividades que se proponen en el aula, lo que refleja nuestra postura pedagógica.
Finalmente se trata de realizar la planeación de una o varías actividades que se van a proponer a través del Objeto de Aprendizaje, lo que implica pensar en una "carta de navegación" que deberá quedar claramente expresada para ser seguida o incluso complementada por los estudiantes.
Por supuesto se navega cuando se tiene una ruta a seguir, por tanto lo primero será trazar nuestro objetivo de aprendizaje claramente. Con ello, se delimitará el grupo o grupos de estudiantes involucrados, así como las áreas, temas, contenidos o proyectos que lo enmarcan o se desarrollan, como escenario sobre el cual se avanzará y que permitirá ir observando si se está logrando el propósito o no.
Apertura, desarrollo y cierre
Si pensamos cada clase como una experiencia o aventura en la que nos sumergimos con los estudiantes, podemos imaginar que su desarrollo tiene los mismos momentos de un relato que se va desenvolviendo paso a paso. Será importante entonces empezar por atrapar la atención de nuestros compañeros de aventura, así como terminar la sesión compartiendo las anécdotas más memorables. En otras palabras es un tránsito entre la motivación y las conclusiones y aprendizajes, a través del cual se busca desarrollar temas, pero sobre todo fortalecer o fomentar competencias o habilidades.
Lo básico es así recordar que toda práctica escolar integra al menos tres momentos, con sus respectivas actividades:
1. Apertura: Es en pocas palabras la introducción. Implica generar acciones y proponer actividades que inviten a vincularse con nuevos temas o recorrer algunos ya conocidos, fomentando mayores comprensiones y competencias en torno a diversos campos de conocimiento. Es importante involucrar procesos de indagación de conocimientos previos, acciones de motivación o sensibilización mediante el uso de disparadores cognitivos, reconocimiento de tendencias o incluso evaluación o diagnóstico de competencias.
2. Desarrollo: Es propiamente el momento de apropiación de conocimientos, a través del acceso y exploración de nueva información, procesos de consulta o desarrollo de actividades de aplicación que permitan ganar dominio y comprensión en torno a lo que se propuso como objetivo de aprendizaje.
3. Cierre: Como espacio de conclusión, debe ayudar a evidenciar si se han alcanzado el o los objetivos de aprendizaje. Aquí es importante no perder de vista revelar, de manera explícita y expresa con los estudiantes, el proceso vivido, no sólo a manera de balance, sino de identificación y fijación de aspectos claves que conecten lo aprendido con la vida.
¿Cómo te imaginas viviendo cada uno de estos momento a través del uso de un Objeto de Aprendizaje que es, a su vez, un Recurso Educativo Abierto?
La clave aquí es recordar que la licencia abierta invita a la producción colaborativa, a pensar en productos nunca terminados sino siempre en camino de tener versiones adaptadas a diferentes circunstancias y contextos... así que, piensa también ¿Cómo crees que podrías involucrar a tus estudiantes como co-autores o colaboradoras del Objeto de Aprendizaje?